jueves, 23 de octubre de 2014

Alquiler por rehabilitación

Nuestros amigos/as del grupo de arquitectos/as N'undo, que nos apoyaron en el Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos, nos han enviado este interesante artículo sobre un ejemplo de alquiler por rehabilitación:

Aparcería urbana: Cesión de uso de vivienda a cambio de rehabilitación

por Andrea Robles — Martes, 21 de octubre de 2014


POR MÍ
Cinco chicas y un chico viven desde hace dos años en el llamado chalet Mercedes, un edificio modernista de 1924 del barrio de Can Baró, en Horta-Guinardó (Barcelona) sin pagar alquiler. En contra de lo que se pueda pensar, no son “okupas”.
Se benefician de un contrato de cesión de uso por parte de la propietaria a cambio de hacerse cargo de la rehabilitación del inmueble, en considerable deterioro en el momento en el que estos seis jóvenes, hartos de los precios abusivos de los alquileres, rastrearon viviendas vacías en el barrio hasta dar con la propietaria del chalet Mercedes, poniendo en marcha el primer proyecto en Barcelona de esta nueva alternativa a la propiedad y el alquiler que en catalán se denomina masoveria urbana y que podríamos  traducir al castellano como aparcería urbana.
Un término, aparcería, que encuentra sus raíces siglos atrás, en el antiguo sistema de vivienda mediante el cual el aparcero trabajaba las tierras del propietario a cambio de vivir en su propiedad, algo que además algunas veces venía acompañado de un porcentaje de los resultados, garantizando así el mantenimiento de la finca. Este tipo de acuerdo fue muy habitual en la baja Edad Media en Cataluña y se estableció como la fórmula básica de contratación agraria hasta finales del s.XIX.
Un término rescatado para una práctica que constituye una alternativa, legal y regulada, al movimiento okupa. Los orígenes de la llamada aparcería urbana, sin embargo, tendríamos que buscarlos en las experiencias pioneras en los años ochenta en ciudades de Inglaterra y Europa Central. Se trata de una forma de ocupación de viviendas vacías, que beneficia a los usuarios que no pueden hacer frente a una hipoteca o un alquiler.
Aparceras del chalet Mercedes

POR TI
El chalet Mercedes pertenecía a una señora mayor que vivía allí encerrada, en una casa antigua en un estado bastante deteriorado, con serios problemas constructivos, sin luz, ni agua corriente. Los servicios sociales habían decidido que la señora tendría más calidad de vida viviendo en una residencia, tres semanas antes de que las nuevas aparceras localizaran la vivienda vacía.
Gracias a la intervención de la Cooperativa Integral Catalana, que contactó con las chicas para ofrecerles su ayuda, las dos partes convinieron en realizar un contrato de cesión de uso por 5 años para la cooperativa. La casa, de otra manera, se hubiera cerrado, como muchas otras, pasando del estado de deterioro avanzado al de ruina incipiente.
Han pasado dos años y ya se han realizado numerosas reformas. trabajando una media de 5 horas semanales en la rehabilitación de la casa, mientras un albañil realiza el apoyo necesario para realizar los trabajos más costosos o especializados. Que la gran casa se encuentre habitada asegura además su mantenimiento, limpieza y control.
Cuando los cinco años hayan pasado, las viejas vigas de maderas habrán sido reforzadas; el techo del primer piso, ahora caído, habrá sido arreglado; y la vivienda contará con una instalación completa de electricidad y agua corriente, de las cuales carecía. La propietaria obtendrá al final del contrato la vivienda habitable y digna que antes no poseía, siguiendo siendo propietaria de la misma, y pudiendo ocuparla, venderla, alquilarla o donarla. Al ser un contrato de uso que no afecta al registro del mismo, y al ser temporal, el propietario no deja en ningún momento de ser propietario de la finca o la vivienda.

Chalet Mercedes
Y POR TODOS MIS COMPAÑEROS
El grupo MULA (Masoveria Urbana per la Llar Alternativa), como se bautizó al proyecto que comenzó con el chalet Mercedes, no es exclusivo de estas seis personas, sino que al habido sido cedida la casa a la cooperativa, lo que se pretende es abrir la puerta a la posibilidad de ir renovando los habitantes de la casa. Se trata pues de un proyecto pionero en Cataluña, que como otros como Can Llimona en Gràcia, Sis Claus en Sant Cugat y organizaciones de soporte como Sostre Cívic, está demostrando que realmente hay alternativas al problema de la vivienda. Las instituciones comienzan a escuchar este tipo de propuestas, prueba de ello pudo comprobarse recientemente en la charla organizada por el CNJC (Consell Nacional de Joventut de Catalunya) de “Modelos alternativos de acceso y tenencia de vivienda
Se trata de una alternativa además de interesante, necesaria, si tenemos en cuenta que en España se estiman más de 3.400.000 viviendas vacías (1). En Cataluña, según las cifras proporcionadas por la Mesa del Tercer Sector, son 450.000 las casas sin gente y 231.000 las familias que necesitan una vivienda asequible (2). Cifras que atentan contra lo que establece la Declaración Universal de los Derechos Humanos (artículo 25.1), y la Constitución Española, que afirma en su artículo 47 que “todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación. La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos”.
Algo que nos hace pensar que las Administraciones deberían asumir la responsabilidad de proteger el derecho humano de una vivienda digna para todas las personas, buscar alternativas, y ofrecer facilidades a aquellas personas con menos recursos. La aparcería se encuentra regulada dentro de la legislación española en la Ley 49/2003, de 26 de noviembre. Y la masoveria urbana en Cataluña, desde 2007, por la Ley 18/2007, del 28 de diciembre, del derecho a la vivienda. En concreto, el art.42.3 establece que desde las instituciones públicas se deben apoyar fórmulas como la aparcería urbana para evitar que haya viviendas desocupadas a causa de un mal estado. El art.74, considera la masoveria urbana un régimen de vivienda destinado a fines sociales. El marco legal debería ofrecer la tranquilidad y garantías suficientes a aquellos propietarios o administraciones para apostar por este tipo de iniciativas, que no implican gasto alguno por la entidad propietaria. Ayuntamientos como el de Sant Cugat ya están dialogando con el proyecto Sis Claus para la posibilidad de ceder las casas de los maestros de La Floresta para rehabilitar seis viviendas en calidad de aparcería. El objetivo de Sis Claus es muy claro: “Queremos cambiar el patrimonio muerto por un patrimonio que haga una función social” (3)
Los proyectos de aparcería urbana no se conciben como un simple intercambio de bienes y servicios entre dos partes, sino que además tienen un interés especial por su aporte a la comunidad. El grupo Mula promueve a los vecinos a involucrarse en el proyecto: Inició una campaña de crowdfunding gracias al cual se consiguió una financiación de 5611 euros. Los mecenas del proyecto, además del soporte económico, también han contribuido con materiales y mano de obra, ya que se instauró “El día del amigo”, una jornada de trabajo de puertas abiertas donde han ido acudiendo amigos, familiares y vecinos ayudando en la reforma de la casa.
De esta manera, la casa se nutre de la ayuda de la comunidad, que ha visto rehabilitar su aspecto y funcionamiento, mejorando la imagen del barrio. Con la vuelta a la vida del inmueble, se pretende que el retorno a la comunidad pase por poder convertirse en un espacio social dentro del barrio a través de abrir sus puertas a actividades como conciertos, charlas, etc. convirtiendo este tipo de viviendas en terreno de experimentación en cuanto a la disolución de lo público y lo privado, la convivencia, la hibridación de usos, y nuevas herramientas de cohesión social.
Este tipo de experiencias constituyen modelos arquitectónicos experimentales donde las fronteras entre lo público y lo privado se desdibujan, algo que desde la teoría han reflexionado recientemente arquitectos como Andrés Jaque en proyectos como Ikea Disobedients (2011, MoMA New York). Pero en este caso, nos encontramos ante de iniciativas de vivienda alternativa surgidas espontáneamente desde la ciudadanía.

Jornadas de agradecimientos y recompensas Goteo
(Todas las imágenes procedentes del blog de MULA y Vilaweb)

Andrea Robles Carrasco

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